La Villa Apacible
- Wilson Raul Carreño Velasco
- 21 feb 2024
- 3 Min. de lectura
A inicios de 1979 Mariela le decía a Raúl que quería que tuvieran un tercer hijo, que Nestor y Ligia ya estaban grandes y pronto se irían de la casa, ellos quedarían solos y les haría falta un niño que los acompañara en los años venideros. Raúl usó todos los argumentos posibles para convencer a su esposa de que dos hijos ya eran suficientes, que criar niños cada vez resultaba más difícil y costoso, que el mundo estaba muy loco y que, con eso de la guerra fría, en cualquier momento los rusos o los estadounidenses oprimían el botón que suponían rojo, desatando un infierno radioactivo capaz de acabar con la especie humana.
Usualmente cuando la novia o la esposa se acerca a su pareja para decirle que tiene una idea, en realidad lo que quiere hacerle saber es que ha tomado una decisión; a los hombres nos cuesta descifrar estos mensajes. El 29 de enero de 1980 en el Hospital Sanatorio San Juan Bosco del municipio de Contratación Santander, nací yo, Wilson Raul Carreño Velasco. Ese día el verdadero temor de don José Raúl Carreño Jaimes se hizo presente al ver por primera vez a su hijo recién nacido. Él era enfermo de lepra, su esposa, Mariela Velasco de Carreño era sana y habían tenido dos hijos libres del bacilo de Hansen, tener un tercer hijo se convertía en una ruleta rusa que llenaba de temor a don José Raúl ante la posibilidad de que este nuevo hijo fuera afectado de la enfermedad de lepra. La tranquilidad llegó cuando el médico de turno indicó que el niño era completamente sano.
Buscando alejar a su hijo del estigma de la enfermedad de lepra, el matrimonio Carreño Velasco decidió registrar a su hijo en la capital de la provincia comunera, el Socorro. Inventaron una historia para hacer creer que su hijo había nacido en la casa de un amigo en Socorro y que el parto había sido atendido por una partera, desde ese momento mis documentos indican que no nací en Contratación, sino en el Socorro.
Cuando entré a estudiar en la Escuela Padre Pablo Giua en Contratación, mis padres me encargaron una obligación que debía cumplir los domingos después de asistir a la misa de las ocho de la mañana, esa eucaristía estaba organizadamente especialmente para que los niños asistiéramos. Al terminar el evento religioso, debía dirigirme hasta la casa de don Álvaro Ruiz Arenas y doña Evelia Gómez, ellos eran compadres de mis papás, pues eran los padrinos de bautismo de mi hermano mayor. Por esos días don Álvaro estaba escribiendo la segunda edición de la croniquilla de Contratación, la historia de nuestro pueblo contada desde los ojos de un enfermo de lepra. De la voz de don Álvaro fui aprendiendo que hasta 1961 Contratación fue un lazareto para recluir enfermos de lepra, que la ley colombiana obligaba a que cualquier ciudadano que padeciera del mal causado por el bacilo de Hansen, fuera enviado al lazareto donde quedaría recluido por el resto de sus días, perdiendo sus derechos civiles, siendo obligado a entregar la moneda de circulación nacional para que se la cambiaran por una moneda que circulaba exclusivamente en el lazareto y viéndose obligado incluso a entregar los hijos que pudieran nacer en el lazareto y que no tuvieran la enfermedad, estos niños crecerían en otras poblaciones, en asilos para hijos sanos de enfermos de lepra, lejos de la presencia de sus padres. Hasta el amor estuvo prohibido en mi pueblo en los años del lazareto, pues la ley colombiana prohibía el matrimonio en sanos y enfermos; fue precisamente el casamiento entre don Álvaro y doña Evelia el último que se dio en medio de la clandestinidad, antes que la ley que prohibía estas uniones fuera derogada.
Escuchando todas estas historias que don Álvaro me contaba, me fui enamorando de la historia de mi pueblo, descubriendo cada vez más relatos increíbles, entrevistando personajes que aceptaban contarme apartes de su vida en el lazareto y que resultaban sencillamente fantásticas. Juntar estas historias me permitió completar el material suficiente para mi segundo libro, titulado la Villa Apacible, que trae al presente nueve historias de los días del lazareto y del transito a convertirse en municipio. En la Villa Apacible está don Álvaro, doña Evelia, mis padres, mis abuelos, sus amigos y más personajes que fueron obligados a vivir una condena sin haber cometido ningún delito. Incluye el libro una historia titulada: “Cartas de amor y encargos de muerte en vida”, ganadora del premio Orsai de literatura en la categoría crónica, esta historia los conmoverá hasta el límite y tal vez los anime a viajar y conocer un pueblito escondido en las montañas santandereanas, lleno de historia y riquezas naturales, llamado Contratación.
Wilson Raul Carreño Velasco




Afortunadamente no pertenezco a la época en que se tenía que negar la procedencia. Por el contrario me encanta decir de dónde soy pero sobre todo explicar por qué se llama Contratación, ya que muchas personas relacionan esta palabra con un contrato o algo similar. Hace poco una de las docentes nuevas del colegio en el que trabajo, me contó una historia muy cómica de cómo conoció Contratación una historia corta pero divertida y que por providencia la ligó a los Salesianos y parte seguramente de esta experiencia permitieron que llegara ahora al Salesiano León XIII.
Me gustaría que los paisanos se animaran a contar historias de cuando tuvieron que negar su origen.
Muchas gracias Viejo Wilson, sus padres tienen muchos motivos para sentirse orgullosos en esta vida y en la otra, gracias por documentar tantas historias, que sean muchos mas libros!